Tan sólo un berretín
al barrio de nostalgias,
a nadie le pude contar
lo que se siente en ese instante,
la magia del primer día,
donde una insignificancia basta,
y surge la chispa.
Pisando la piel
de mis viejas ilusiones
me olvidé la bandera
en el placard,
los sueños rotos
en un cajón,
y desperté.
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